La Nochevieja más sosa de nuestra vida

Santa Fe de Antioquia, del 26-12-2012 al 1-1-2013
Los días entre Nochebuena y Nochevieja los hemos pasado la mayor parte del tiempo escribiendo en el hotel, excepto algunos ratos que he salido a vender. Como siempre, cuando llego por primera vez a un sitio, me acerco a saludar a alguno de los vendedores:
- ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Cómo va? ¿Hay algún problema si me pongo aquí a un ladito?
La respuesta es la habitual:
- ¡No, ningún problema! ¿De dónde eres?
Así empieza mi conversación con Olga, una mujer que vende pulseras y hace tatuajes temporales. Olga me cuenta que es de otra zona de Colombia, pero que es desplazada. Me sabe mal preguntarle (¿desplazada dentro de su propio país?), así que espero y al cabo de un rato es ella misma quien me lo cuenta.
- Yo vivía muy tranquila en mi pueblo con mi familia, tenía una tiendita... En aquellos días en mi pueblo había militares estadounidenses, por el tema del conflicto, de la guerrilla y todo eso. Estaban para ayudarnos se supone... Pero dos de ellos violaron a mi hija, de 14 años. Como yo los denuncié, empezaron a amenazarnos, a mí me amenazaron de muerte y nos tuvimos que ir, por eso somos desplazados.
- ¿Y qué pasó? ¿Cogieron a los soldados?
- No, de eso hace cinco años y nadie ha hecho nada, mira -me dice enseñándome un recorte de periódico - El gobierno de Colombia se preocupa más por estar a buenas con Estados Unidos que de sus propios ciudadanos. Por eso me estoy yendo hacia Panamá, para poner una denuncia desde allí. Espero que, al ser refugiada, ACNUR me pueda ayudar, ojalá allí me den la ayuda que aquí no me han dado.
Increíble. Cuando vuelvo al hotel, se lo cuento a Javi y encuentro más referencias en la prensa. Nos vemos más días por la plaza y charlamos de vez en cuando. Esperamos que, aunque sea tarde, se haga justicia con ella y con su familia.
Así van pasando los días. Por el día trabajamos, por la noche salimos a dar una vuelta por la plaza, pero casi siempre es lo mismo: los puestecitos de comida, música de reggaetón y un montón de gente que ni compra ni baila. Sí, aburrido.
Para variar, tenemos que dedicar una mañana a solucionar un problema con el concurso de traslados (aunque estamos de viaje tenemos que seguir pidiendo destino para ver si nos acercamos a casa cuando nos reincorporemos a nuestros puestos de profesores). Esto siempre supone un montón de papeleo y de tiempo. Gracias a Dios que tenemos ayuda en España, en el “campo base”. Este año en la Consellería de Educación no nos han contado bien los puntos y mi cuñada Cheni, que está en todo, nos lo ha dicho para que lo revisemos y ella hará todos los trámites. ¡Qué habríamos hecho sin ella!
Otra tarde queremos ir a ver la fiesta de los Diablitos, una fiesta característica de este pueblo y muy conocida en la región. Acudimos al lugar y hora que indica el programa de fiestas: a las 4 en el Puente de Occidente. Este puente colgante construido en 1887 es uno de los atractivos turísticos de Santa Fe de Antioquia y en aquellos tiempos fue el puente colgante más largo de Sudamérica. La visita vale la pena, pero no hay ni rastro de los Diablitos.
- ¡Ah! ¡Es que ya se han ido al pueblo! - nos dice un diablito despistado que queda por allí.
Volvemos al pueblo y ni rastro de los diablitos. Pero a las cinco llegan las “bundas”, unas agrupaciones de hombres y mujeres que desfilan y bailan por las calles del pueblo en estas fechas. Otra tradición que están intentando recuperar. La cuestión es que se supone que las “bundas” eran a las 3 y son las 5. ¡Aquí no hay quien se aclare!
Llega la Nochevieja y seguimos solos y yo mala del estómago. ¡Hoy sí que la liamos! ¡Ja! Ni el momento de las uvas fue emocionante. Nosotros nos vamos a la plaza con nuestra bolsita de uvas (alguien nos dijo que aquí también existía esa tradición pero nosotros somos los únicos que lo hacemos). Está llena de gente, hay un reloj, un escenario con música y un presentador... Harán la cuenta atrás, como en el resto del mundo, pensamos... ¡Pues no! Porque, para empezar, el reloj marca las 7 de la tarde. Cuando en el reloj de Javi aún faltan dos minutos para las doce, alguien dice “Feliz año nuevo”” y besa a la persona que tiene al lado. Todos empiezan a felicitarse (así, sin demasiada emoción) y nosotros empezamos a comernos las uvas. ¡Qué penita damos! Estamos tan desanimados y tan cansados que sólo aguantamos media hora escuchando al grupo que actúa en la plaza antes de irnos a dormir.
- ¿Dónde pasamos la Nochevieja el año pasado? ¡Ah, sí! ¡En el desierto, en la India! Al menos estábamos con más gente y fue una noche especial.
- Sí, bueno... ¿Qué más da? Ha sido un año estupendo ¿Qué importa si la última noche del año no lo es? - me dice Javi.
Pues sí, tienes razón, pero ¿tenía que ser tan desastrosa?
¡En fin! Mañana será otro día... y otro año.
Comentarios
Triste,si
Que penita, si incluso aquí Chema hizo una reproduccion de la Puerta del Sol de Madrid organizó baile y campanadas. ; )
El proximo será mejor ya en Valencia con vuestas familias, amigos...campanadas, uvas y turrón...y lo mejor, besos y abrazos de quienes os quieren.
Besitos
Pensad en la próxima... solos
Pensad en la próxima... solos seguro que no la pasareis!!!
Muchos besos
Queridos míos... qué penita
Queridos míos... qué penita me ha dado leer este post al que le había echado un vistazo pero aún tenía pendiente... Lo primero de gracias nada por la ayuda desde España, que ya sabéis que he hecho lo que he podido, pero la ayuda no fue de la "calidad" requerida, jejeje! Aún así, todo salió como debía, por lo menos por nuestra parte, la de nuestra "querida" Consellería ya es otro cantar, vosotros me entendéis...
Y respecto a nochevieja, ya ni os acordaréis de esa noche, por triste que fuera. Por si os consuela sabéis que aquí esos días nos acordamos mucho de vosotros, también al tomarnos las uvas!! y que quedan muchas nocheviejas por festejar aquí en España! Qué si algo debéis echar de menos, y con razón, justamente son las buenas fiestas de por aquí! jejeje
Un besazo.
Cheni
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